Primero que todo gracias por lo que han hecho por mi hija y por mí. Yo me llamo María Roa, tengo 22 años de edad, viajo con mi hija de 1 año y 11 meses. Soy venezolana, nacida y criada en Maracay, estado Aragua.
Hoy es 22 de octubre del 2020. Hace 2 años llegue a Puerto de Santander con mi ex marido, padre de mi hija. Ya tenía 7 años viviendo con él, nunca pensé que mi vida cambiaria a raíz de este viaje pues al pasar el año en Puerto Santander (frontera) mi ex marido comenzó a cambiar, empezaron los insultos, las ofensas, los golpes, incluso partió mi rostro. Comencé a trabajar, tenía miedo de separarme de él porque yo no sabía hacer nada, pero como ya les comenté, empecé a trabajar de carrochera, dejaba a mi hija con una vecina, me iba muy bien pero mi ex me buscaba y caí otra vez, lo hice porque yo pensaba: él es el padre de mi hija. Otra vez todo color de rosa, al pasar el tiempo caímos en lo mismo. Un día me levanté bien temprano y me miré en el espejo y dije: yo no soy poca cosa, yo soy una mujer, soy joven, yo sí puedo.
Una amiga se fue a Medellín con sus hijos, me contacté con ella y me dijo que me fuera para donde ella estaba y lo hice. Ahora mismo me encuentro en el refugio con mi bebé, me vine caminando, conseguí paisanos caminando en busca de la felicidad al igual que yo. Me daba miedo la idea de que la policía me devolviera o me quitara a mi hija por el simple hecho de tenerla a esas horas de la noche y de la madrugada en una vía que ni luces tenía. Pedía cola en momentos que me quedaba sola caminando porque era muy lenta por el peso de mis maletas y de mi bebé y bueno nadie me daba ni un aventón, incluso, para la gloria de Dios un autobús no me atropello con mi niña en el camino, hice dos paradas para descansar los pies que ya los tenía inflamados y con heridas de tanto caminar, camine más de 28 horas sin comer nada, a veces uno que otros carros se paraban para darme un poco de agua o pan pero eso se lo daba a mi hija, aun me falta camino pero sé que llegaremos bien en el nombre de Dios todopoderoso.
Soy una viva historia de abuso sexual, físico, verbal y psicológico.
Dios los bendiga y los guarde, Dios ve todas sus buenas obras.